Que mejor modo de comenzar un blog sobre la guitarra que con unas palabras sabias, escritas por uno de los grandes del mundo de la guitarra. John Williams, considerado uno de los guitarristas clásicos más importantes del mundo y al que Andrés Segovia denominó “el príncipe de la guitarra”. Si te gusta la guitarra clásica y no lo conoces te invitamos a que leas un poco sobre él en la wikipedia.
Vamos a escribir íntegramente el “prólogo” que este guitarrista y compositor hizo para un magnífico libro titulado: “LA GUITARRA, una guía para estudiantes y profesores”. La guitarra siempre ha sido un instrumento popular, pero nunca había tenido su mayor relevancia hasta bien avanzado el siglo XX. John Williams en este prólogo nos hace un recorrido muy resumido de ello.
El motivo principal del post es poner de manifiesto dos puntos principales. El primero es utilizar la autoridad de alguien indiscutiblemente famoso para aprender de sus sabias palabras demostrando que se puede llegar a lo más alto desde el esfuerzo del instrumento y la segunda es el tema del que se escribe en el libro que prologa. El aprendizaje.
La guitarra española, al ser un instrumento popular, es responsabilidad de todos, realzarla como se merece. Tanto de alumnos, como profesores, de aficionados como profesionales. Es una labor de todos a los que nos apasiona este instrumento.
Me gustaría hacer especial hincapié en la responsabilidad que tienen los profesores en el primer acercamiento de una persona al mundo de la guitarra, ya que la dificultad del instrumento hace que los inicios sean difíciles para el aprendiz de guitarrista.
Ser profesor es un medio por el cual se transmite un conocimiento al mundo a través de otro ser humano, ser profesor es sacar lo mejor que tienen otros, a la vez que se aprende a ser más humano.
Por último te recomiendo encarecidamente la lectura de este libro que, de cultura anglosajona, nos da unas pautas verdaderamente interesantes para adentrarnos en este, nuestro mundo de la guitarra. Te pongo el prólogo sin más preámbulos y en su totalidad. Disfrútalo.
“Hace años, un estimable compositor inglés de tendencia claramente tradicional me hizo reparar en la magia del sonido de las cuerdas al aire de una guitarra, al oír a un joven rasguearla en el andén de una estación. ¡Cuánta razón tenía y qué irónico resulta que esta misma observación haya de servir para poner de relieve el problema de la guitarra como instrumento musical; su sonido posee un encanto extra-musical fascinante que con tanta facilidad puede disimular una composición mediocre!
En los tiempos “antiguos”, desde el siglo XVI hasta los primeros años del XVIII, la guitarra y la vihuela tenían estilos musicales y técnicos más parecidos al laud, pero la guitarra de seis cuerdas de principios del siglo XIX era en realidad un instrumento diferente.
Evolucionó en la época de Boccherini y de Paganini y, al igual que dichos compositores explotaron la técnica del violonchelo y la del violín, lo mismo hicieron Fernando Sor, Mauro Giuliani y otros muchos con la guitarra. Compusieron casi toda su música para una sola guitarra, a causa del débil sonido de ésta y porque la mayor parte de tales ejecutantes/compositores no sabían escribir música para otros instrumentos (al menos no con la maestría de los grandes compositores). Hasta el mismo Giuliani tenía que recurrir a Diabelli y a Moscheles al escribir su música para cuerda y piano.
La guitarra habría de contribuir poco al progreso musical del siglo XIX, por dichos motivos y porque los compositores que no sabían tocarla no entendían su afinación ni su técnica difícil y extravagante. Habrían encontrado además su débil y característico sonido inadecuado para la florida expresión romántica, nacionalista e impresionista.
Ésa fue la tónica hasta bien entrado el presente siglo, cuando algunos compositores eminentes escribieron obras importantes (debido, tal vez, a la libertad de una época más ecléctica) bajo la inspiración e inducción de ejecutantes famosos. No obstante, la guitarra no intervino en la evolución de la música “culta” o de la música “clásica” europea de los últimos quinientos años, siendo la consiguiente falta de experiencia la razón de que guitarristas, interpretes, profesores y alumnos sean considerados inferiores a la mayoría de los otros instrumentistas a la hora de leer, escuchar, frasear y tocar conjuntamente. Este aislamiento fomentó a su vez una concentración aún mayor de una música difícil para un solo instrumento, hasta el punto de que la guitarra clásica parece poseer sus propias reglas de ritmo y fraseo. La aceptación del instrumento por los principales conservatorios ha hecho aún más patentes dichos problemas a quienes se dedican a la guitarra.
¡Ésta es, sin embargo, una buena noticia! Nos hemos percatado de la situación, no sólo en un momento en que disponemos de medios para remediarla, sino en una época en que la guitarra puede ella misma ayudar, e incluso orientar, en una valoración radicalmente nueva de la música clásica europea en relación con otras culturas musicales y con las tradiciones populares que dichas culturas han mantenido; a menudo se ha considerado el jazz como el ejemplo más evidente e importante, pero los mismos valores pueden aplicarse también a otras muchas.
La guitarra ha sido siempre un instrumento popular y en esto consiste su principal fuerza. Puede servir de puente entre la tradición popular y la clásica, y viceversa, pero debe aprender de ambas a hacer bien las cosas.
Por todo ello, ya se trate de alumnos o profesores, de principiantes o avanzados, de aficionados o profesionales, este libro es indispensable para todo aquel que esté comprometido e interesado en el futuro de la guitarra. Cuando se dan orientaciones y puntos de vista específicos, muchos de los capítulos son más subjetivos que otros necesariamente. No obstante, he disfrutado especialmente con los capítulos que tratan de la enseñanza en clase, de los arreglos del repertorio elemental y de la técnica de la guitarra clásica. Creo que dan consejos valiosísimos como nadie lo había hecho. La conjunción e interdependencia de todos estos factores en un solo libro lo hacen único en su género.” John Williams